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26 ―No creo que sea correcto quitarle el pan a los hijos y echárselo a los perros —le replicó Jesús.

27 ―Sí —respondió ella—, pero aun los perrillos comen las migajas que caen de la mesa.

28 ―¡Tu fe es extraordinaria! —le dijo Jesús—. Conviértanse en realidad tus deseos.

Y su hija sanó en aquel mismo instante.

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